Permanente Vigilancia

Desde mi viejo ordenador portátil escribo con un modesto sistema operativo lejos de pertenecer a las GAFAM, sobre un tema que nos invade día a día y pasamos por alto por creer que es obvio para nuestra vida cotidiana. Con la explosión y proliferación de cientos y miles de apps y programas «vitaminados» de IA o y sus derivados, nos encontramos con la disyuntiva de no aprovechar las supuestas ventajas de no rendirnos a sus brazos. Para el uso de dichas herramientas debemos conceder el registro de datos que en muchos casos asociamos con las cuentas que manejamos de GAFAM, craso error perpetrado cuando nos damos de alta en estos servicios.

La combinación de un uso incorrecto del manejo de nuestros datos para registrarnos en dichos servicios, aunado a una extracción masiva de información por parte de ellos se convierte en un perfomance digno de resaltar. Como ejemplo de lo anterior expuesto, en su libro «La encrucijada mundial» el Coronel Pedro Baños cita el uso de big data e IA programas informáticos predicen el crimen. (htpp://www.elmundo.es/economia/2021/07/05/60e1cd4121efa084578b4661). Como ya se nos enseñó en la gran pantalla (Minority Report) de Tom Cruise 2002, el auge intensivo de un aparato cada vez más vigilante nos acecha.

¿Podrán las máquinas dictar sentencias que condenen a un ciudadano a ir a la cárcel?

«De lo que hablamos es de la sustitución de la persona que dicta el derecho por una máquina que haría lo propio, pero a partir de una información tratada mediante fórmulas algorítmicas». El juez Manuel Marchena fija así el marco del debate. Es el presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, es decir, la última palabra sobre las sentencias que deciden absoluciones o años de vida en prisión. (https://www.elconfidencial.com/espana/2023-05-01/sentencias-dictadas-inteligencia-artificial_3620933/).

No cabe duda que la discriminación y la segregación daran cabida ante sucesos como estos. La pregunta sería: ¿hasta donde estamos dispuestos a ceder nuestra libertdad en aras de una supuesta seguridad o protección?

Mantener a una sociedad atomizada y atontada ya no es suficiente, basta aún más: creer que podemos ser controlados por medio de la premisa de la seguridad, llevandonos a un cauce de coacción en favor de un supuesto control a cambio de cercenar nuestra libertad más elemental: nuestra privacidad.